«El éxito lo conseguí el primer día que fui a trabajar en una escuela”, dice Jacinto. “Sintiéndome ‘útil’, no importante, sino ‘útil’, porque sabes que por muy poco que hagas ayudas a muchos niños. Si los niños notan una mejora en sus estudios y en sus vidas, sabes que has aportado tu granito de arena”.
Jacinto Ela Eyenne fue el primer jugador español, menor de 20 años, en jugar en la Premier League. Su carrera profesional en el fútbol lo llevó por toda Europa jugando con equipos de tercera, segunda y primera división. Pero desde que se retiró del campo de futbol a los 26 años, Jacinto ha conseguido redefinir lo que el éxito significa para él, a través de su trabajo como educador y siguiendo su pasión por la escritura.
Jacinto nació en Añisok, Guinea Ecuatorial, su familia se fue a vivir a las Islas Canarias, España cuando tenía solo 10 meses de vida, y de allí a Barcelona a los nueve años, donde todavía reside hoy. Fue en la ciudad condal donde se descubrió su talento futbolístico. Y lo que comenzó como mera diversión para pasar el rato y hacer amigos, pronto se convirtió en algo más que eso. Jacinto va subiendo de división y finalmente se enfrenta con la posibilidad de convertirse en jugador profesional a los 15 años.
Esto le llevó a jugar varios años para equipos como el Hércules FC, Dundee United FC y una gran cantidad de equipos de segunda y tercera división. A los 19 años, vivió una de sus mayores aventuras viajando al extranjero para jugar con el equipo de la Liga, el Southampton FC.
El éxito lo conseguí el primer día que fui a trabajar en una escuela.
“[Fui] el primer jugador de nacionalidad española menor de 20 años que jugó en la Premier League”, recuerda sobre su traslado al Reino Unido. “Me fui con la tranquilidad de que lo peor que me podía pasar era que volviera hablando inglés”. El fútbol le permitió a Jacinto ganarse la vida, viajar y ganar visibilidad. Pero todo a un precio: pasar tiempo alejado de su familia y amigos, cambiar de equipo y de ciudad cada año. A veces, nos dice, llegando a cuestionar si valía la pena hacer esos sacrificios a toda costa.
El hecho de ser hombre negro no solo define cómo la gente lo ve, nos dice Jacinto, sino también cómo perciben a la comunidad negra. Muchas personas forman sus opiniones y expectativas a base de las personas que conocen, y con esta información forman generalizaciones sobre otras personas ‘similares’, para bien o para mal. Por lo tanto, actúa no solo para sí mismo, sino en nombre de esta comunidad.
«Tendemos a no decir esto, pero cuando uno es diferente está obligado a tener un comportamiento ejemplar», comenta Jacinto. “A través de tu buena imagen, ayudas a formar percepciones populares más positivas de tu ‘raza’ y ‘cultura’, por decirlo de alguna manera. El hecho de ser negro te obliga a esforzarte más. No puedes hacer lo mismo que todos los demás: todos esperan que hagas un poco más y vayas un poco más lejos. Esto crea una presión adicional sobre uno mismo, pero esto puede ser algo bueno. Puede crear una expectativa positiva y te obliga a ser siempre ejemplar».
A pesar de ser uno de los pocos afortunados que logra convertirse en futbolista profesional, Jacinto decidió retirarse del campo pronto, después de haberse prometido abandonar el fútbol si no llegase a primera división a los 24 años. Admite que esta decisión no fue fácil, y le costó decidir lo que haría a continuación.
«Una vez que abandonas el juego, puede ser difícil encontrar tu lugar en la sociedad», nos dice. Jacinto describe el hecho de haber encontrado su trabajo actual en una escuela primaria ayudando a niños con dificultades de aprendizaje o de integrarse dentro de la clase, como un «producto del destino». «[Mi profesión actual] se convirtió en un buen refugio después de retirarme del fútbol», recalca.
El optimismo de Jacinto resalta cuando habla de sus días como jugador profesional. Se siente enormemente feliz y orgulloso de su juventud, especialmente del hecho de haber jugado con la selección española a nivel juvenil, de haber ganado campeonatos mundiales juveniles, y de haber sobrellevado el mudarse a Inglaterra siendo tan joven. Sin embargo, a pesar del valor económico del fútbol profesional y el reconocimiento que le trajo, ahora, en la treintena, define el éxito como el servicio y la creación de un impacto positivo en la sociedad.
La oportunidad de trabajar en el sector de la educación es hoy una fuente de gran satisfacción, dice el exfutbolista, compartiendo que es más importante que nunca que las escuelas españolas eduquen a sus estudiantes sobre la diversidad y tengan maestros que representen la diversidad existente en la sociedad para desafiar los estereotipos. Jacinto se siente feliz de tener la oportunidad de apoyar a personas que comparten un origen cultural y étnico similar al suyo, contribuir a enriquecer el ecosistema escolar y servir como un referente.
El hecho de ser negro te obliga a esforzarte más — todos esperan que hagas un poco más y vayas un poco más lejos.
El mayor obstáculo que nos puede detener en nuestras carreras es el miedo, dice Jacinto, que dice que podemos heredar de nuestra familia. Jacinto también subraya la importancia de no tener miedo a cometer errores, siempre dar lo mejor de uno mismo y leer y escuchar a los demás para combatir nuestros miedos. Todos podemos aprender, particularmente de aquellos con quienes compartimos menos en común, y otros ya habrán enfrentado y resuelto muchos de los desafíos que enfrentamos.
«Debes tener el coraje de salir siempre con la cabeza en alto», les dice a los jóvenes, enfatizando la importancia de mantener la cabeza en alto, independientemente del origen, la ‘raza’ o el estatus social de uno, y no permitir que los pensamientos se conviertan en barreras que puedan impedirnos perseguir nuestros sueños.
Jacinto nos recuerda que el mundo ha cambiado mucho y podemos derribar estas barreras, especialmente las interiores. En lugar de sentirte inseguro, debes seguir luchando, valientemente y con la cabeza en alto, dejando que las personas a tu alrededor vean que estás seguro de ti mismo. «Todos somos seres humanos», dice. «Nadie es mejor que nadie».